En la actualidad no existe ningún tratamiento farmacológico que haya demostrado mejorar las capacidades intelectuales de las personas con Síndrome de Down. Sin embargo, un estudio que se acaba de publicar hoy en la revista The Lancet Neurology, deja una puerta abierta al tratamiento de este trastorno, gracias a los resultados científicos del Centro de Regulación Genómica (CRG) y el Instituto Hospital del Mar (IMIM).
Voy a intentar explicar de la manera más clara posible, ya que leyendo la prensa del día resulta muy difícil entender de qué estamos hablando:
Las células de nuestro cuerpo tienen 46 cromosomas, que contienen la mayor parte de la información genética del individuo. Estos cromosomas són complejas estructuras formadas ADN y proteínas. El ADN contiene la información, y las proteínas son las responsables de mantener vivas las células de un cuerpo, capaz de respirar, caminar, emocionarse, o jugar al póker.
Los 46 cromosomas están agrupados en 23 pares. Estos pares, se podrían imaginar como 23 tomos de enciclopedia, con toda nuestra información.
Por ejemplo, el famoso par 23 determina el sexo del ser humano: si se da XX el individuo es cromosómicamente llamado hembra. En caso de que sea XY, el individuo será cromosómicamente macho.
Las personas con síndrome de Down, tienen una copia extra en el tomo 21 de su enciclopedia genética, en vez del par habitual. Por ello, el trastorno se denomina también trisomís del par 21. No se conocen con exactitud las causas que provocan el exceso cromosómico.
Esa copia extra en el tomo 21, altera la formación del cuerpo y el cerebro, y se caracteriza por una discapacidad cognitiva y unos signos físicos reconocibles
La clave del estudio publicado, está en la epigalocatequina galato, un polifenol presente en el té verde, que combinado con un programa de estimulación cognitiva, ha demostrado mejoras en las funciones ejecutivas, la toma de decisiones y la plasticidad cerebral de personas con síndrome de Down.
Se ha demostrado en ensayos clínicos con adultos que esta proteína concentrada produce una extraordinaria mejora cognitiva no sólo en las personas con trisomía 21, sino también en otras formas de discapacidad intelectual entre la que podría añadirse incluso el autismo.
Según Mara Dierssen, responsable del grupo de Neurobiología Celular y de Sistemas del CRG, en los últimos años descubrieron que la acumulación de proteínas codificadas por el gen DYRK1A, provoca alteraciones cerebrales en la mosca del vinagre.
En ratones con síndrome de Down, mediante terapia génica (una especie de corta y pega de elementos funcionales ausentes en el genoma de un individuo) se demostró que era posible 'apagar' esta proteína para normalizar su dosis.
En trabajos con esos mismos ratones, se identificó el gen DYRK1A, relacionado con la formación del cerebro y sobreactivado por el cromosoma extra. El gen producía un exceso de proteínas asociadas a las alteraciones cognitivas.
Para el ensayo en humanos, en lugar de optar por la terapia génica, la investigación científica ha demostrado a grandes rasgos, que la epigalocatequina galato, incide en la regulación de la proteína del DYRK1A, producida en demasía por las personas con síndrome de Down a causa de la trisomía en su par 21, lo que afecta negativamente a sus procesos de memoria y aprendizaje.
En el ensayo han participado 87 personas con síndrome de Down, de entre 16 y 34 años. La mitad tomó el tratamiento durante un año combinado con un programa de estimulación cognitiva, mientras la otra mitad recibía un placebo (una sustancia sin acción terapéutica, para poder comparar) además del programa de estimulación. Los cambios son suficientes para que casi todos los padres adivinaran al final del ensayo si su hijo había tomado un tratamiento real o un placebo.
Este mismo equipo de investigación planea ya realizar un ensayo clínico en fase 3, esta vez con niños con síndrome de Down. En este caso, los investigadores están convencidos que los beneficios pueden ser incluso más destacados debido a su plasticidad cerebral. Sin embargo, un ensayo así es carísimo y suele requerir inversión privada, del orden de 3 millones de euros.
Las cantidades de té verde que habría que consumir para ingerir la dosis de epigalocatequina que contienen las cápsulas del ensayo equivalen a unas ocho tazas diarias. Sin embargo, es importante que las familias consulten con su médico y no se lancen a consumir té sin orden ni concierto.
Los equipos de investigación indican literalmente que: “Deben utilizarse extractos de té verde cuyo contenido en EGCG esté claramente definido”.
El matcha, según un análisis nutricional de Brunswick Labs, contiene una cantidad muy definida de epigalocatequina galato, de 66 miligramos por gramo de producto.
Según el informe, administrando dosis de alrededor de 600 mg por dia (variable según peso corporal), equivale a unos 9 gramos de matcha al día.
Análisis nutricional completo del té matcha
Los comentarios se aprobarán antes de mostrarse.
Son muchas las opciones que uno se puede plantear antes de adquirir té. También son muchas las dudas que pueden surgir: ¿Té verde o negro? ¿Hoja entera o té triturado en bolsitas? ¿Premium o calidad estándar? ¿Puro o mezclas? ¿Valoro la calidad o priorizo el precio?
Muy a menudo el comprador se encuentra perdido, especialmente en nuestro país. Tener buena información es clave para entender lo que se compra y estar satisfecho con el producto y su resultado.
Si habéis realizado un pedido de nuestro matcha, seguro que habréis notado la presencia de Hokusai, probablemente el artista más icónico de la pintura japonesa. ¿Por qué es tan fascinante? ¿Cómo influyó a los grandes maestros europeos? ¿Cuál fue su gran obsesión?